miércoles, 15 de octubre de 2014

Carta de Despedida de Fernando Chiachio Romero

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirkknRwHi-JgJhgAiSxzdUtbxPEsOmpXOv9X5YnYEoLN7VoJ9xyQ-MuVzVLLeamgkekyIrlsJ2lRrpbggPTUd9yjCtNDNGu29sdD1eVE0ws6wG0axsOpx1hLdHH0Bpd5xspZBDeYJgTvw/s1600/miercoles+santoCalvario++(90).jpgAqui le dejamos la emotiva carta de despedida que ha querido dejar Don Fernando Chiachio Romero a sus cuadrillas de costaleros. Pronto volveremos a verte Fernando con tu aldabon de plata.

Córdoba, a 9 de octubre de 2014
 Estimados Capataces, Contraguías y Costaleros de Nuestro Padre Jesús del Calvario
y Nuestra Señora del Mayor Dolor:
Mi carrera como capataz siempre ha estado ligada a la Hermandad del Calvario; desde 1985, como auxiliar del palio del Mayor Dolor; en 1993, pasando a ser capataz del Señor y en 2012, como titular de los dos pasos. Ahora se cierra un ciclo y después de 30 años, toda una vida de esfuerzo, trabajo y dedicación, y en plena progresión del reto que me encomendó la Cofradía, he quedado relegado por esta Junta de Gobierno, teniendo que decir adiós a la conclusión del proyecto tan sólo por ejercer mi derecho como hermano.
En todos estos años no he tenido otra pretensión que transmitiros mi amor por nuestra Cofradía. Que nuestra misión era, a través de nuestro esfuerzo, difundir el testimonio de fe que toda cofradía hace en la calle en su Estación de Penitencia. Que viviéramos en nuestro entorno los valores que nos marca el Señor con su Palabra y como transmisores de ese testimonio, ejercerlos coherentemente en nuestro grupo.
Nunca fui solamente exigente en las técnicas de costalero, la ropa, el andar…, sino también en la relación fraternal que debíamos mantener entre nosotros, cultivando la fidelidad, el amor, la comprensión, la honestidad, la caridad… Todo ello nos iba a dar fuerza para superar los retos marcados y continuar así el legado que nos habían inculcado nuestros ancestros y traspasado hasta ahora, nuestros Hermanos Mayores.
A partir de ahora nos quitarán de compartir el calor de la cercanía en el trabajo después del esfuerzo y también el frío del metal argénteo del llamador al levantar, pero habiendo vivido los valores antes mencionados, esa unión nunca nos la podrán arrebatar.
Ha sido un honor trabajar con todos vosotros, ser vuestros ojos llevando al Capataz de nuestras vidas y a su Santísima Madre por las calles de Córdoba, mostrando cuales eran nuestros ideales. En estos años he conocido a muchas personas que me han marcado, tanto en lo personal como en el trabajo que hacíamos, y me han hecho mejorar como persona, como cristiano y como capataz.
GRACIAS a vosotros capataces y contraguías, por vuestro impecable trabajo, empeño, dedicación, rigor, buen hacer y fidelidad. GRACIAS a vosotros costaleros que le habéis dado a
la Cofradía el esfuerzo, el corazón y la vida, y a mí, la amistad, las vivencias y las emociones.
Os convertisteis todos en parte de mi familia, así os consideran mis hijos que se hicieron grandes en la hermandad entre costales y ensayos. GRACIAS a todos por vuestro apoyo en estos momentos difíciles.
Id con la cabeza alta, orgullosos por el trabajo honesto que habéis hecho, porque será difícil superar lo logrado y sabed que sois parte del mejor patrimonio que tiene la Hermandad.
No estéis intranquilos por el futuro, encomendaros a nuestros Titulares, poneros en sus manos
que ellos siempre os marcarán el camino a seguir. GRACIAS también a mi familia por su respaldo, su comprensión y su paciencia.
Pero todo en la vida tiene un final, algunas veces buscado y otras veces como en esta ocasión, impuesto. Y en nuestra Cofradía, como en cualquier lugar, las personas pasan, y pasarán, aunque los hechos quedan para ser juzgados por la historia; tanto los buenos como los malos.
Además este final no es más que el principio de nuevos retos y una nueva lucha que nos llenará de ilusiones y esperanza, por lo tanto ésta no es una despedida triste, ya que no puede haber tristeza cuando se tiene la satisfacción de haber cumplido con el deber.
Mis últimas palabras para nuestros Titulares, GRACIAS a NUESTRA SEÑORA DEL MAYOR DOLOR por ser la Madre buena que escucha, la Mediadora de todas mis súplicas, ruegos, peticiones y agradecimientos hacía Dios y GRACIAS al SEÑOR DEL CALVARIO, ante cuyo nombre no me queda nada más que hincar la rodilla e inclinar mi cabeza.
Fernando Chiachío Romero

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